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CADEeducación, ¿Cómo transformar la educación superior peruana de cara a las demandas del futuro?

Lima.- La sesión “Innovar para una educación superior a prueba de
futuros” se llevó a cabo durante el tercer día de #CADEeducación, evento virtual organizado
por IPAE Asociación Empresarial. La discusión se enfocó en los cambios que debe
implementar la educación superior de cara al futuro en el Perú, ligados a la transformación
digital, la empleabilidad y a las nuevas necesidades de los estudiantes.
Se contó con la participación de Oswaldo Zegarra, Superintendente de la Superintendencia
Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu); Alejandro Caballero, Especialista
Principal en Educación en la Corporación Financiera Internacional (IFC); y Maria Marta
Ferreyra, Economista Senior del Banco Mundial. Fernando Barrios, Presidente y Fundador de
la Universidad Continental, fue el moderador.

El diálogo se dio en el marco del Principio IPAE “Personas que aprenden”, que prioriza el
aprendizaje a lo largo de la vida, promoviendo una educación continua, con una oferta
educativa flexible y de calidad, con diversidad de modelos y que responda a las aspiraciones
de las personas y a las necesidades del entorno, para desarrollar su proyecto de vida y
actualizarse profesionalmente.

Al respecto, Alejandro Caballero recalcó que, para adaptarse al futuro y a las necesidades de
los estudiantes, las instituciones de educación superior necesitan diversificar su oferta
educativa en modalidades, formatos y la segmentación de estudiantes. Además, cada
universidad e instituto debe diferenciar su oferta y crear una identidad propia.

“Hoy, la transformación digital es una tendencia inexorable, pero eso no es todo. Las
instituciones deben pensar también en cómo incorporar el emprendimiento a la formación de
sus estudiantes. En el contexto actual, otro tema que se vuelve crítico es la empleabilidad.
Todo esto nos lleva a un punto: el modelo generalista de educación superior que existe hoy
requiere de una evolución. No pueden seguir intentando enseñar todo a todo el mundo por
igual, tienen que especializarse”, afirmó Caballero.

Por su parte, Maria Marta Ferreyra resaltó la gran relevancia que han adquirido los programas
profesionales cortos -de dos a tres años- de carreras técnicas y tecnológicas. Se trata de
programas más prácticos y menos teóricos que las carreras universitarias tradicionales, y
claramente orientados al mercado laboral. Sus beneficios se ven reflejados a nivel laboral: los
graduados de un programa corto en promedio ganan un 45% adicional respecto a los
graduados de secundaria; mientras que la gente que empezó y abandonó la universidad
solamente gana un 28% adicional.

“Estos programas promueven la inclusión de los estudiantes en la educación superior. Si
miramos (a nivel latinoamericano) el porcentaje de estudiantes de educación superior que
provienen de hogares con ingresos medios y bajos es 41% para los programas universitarios,
pero para los programas cortos es mucho más: 55%”, explicó la especialista.

En la misma línea, Oswaldo Zegarra se mostró a favor de revalorar las carreras cortas técnicas
y reconocer el gran aporte que los profesionales técnicos pueden ofrecer a sus lugares de
empleo, su comunidad y el país. “Nuestro sistema universitario tiene que tener un cambio muy
importante y sustancial de cara a la realidad del país. Lamentablemente, se piensa que, si uno
no tiene un título universitario, no tiene esa posibilidad de llegar a tener una empleabilidad ni
reconocimiento social”, expresó Zegarra.

Para el Superintendente de la Sunedu, las profesiones técnicas deberían ser concebidas como
una etapa previa de la formación, que posteriormente pueda ser complementada en el sistema
universitario. “Esto podría ser un incentivo para que muchas personas puedan comenzar en el
ámbito técnico y después tener -si es que lo desean y lo permite su realidad- un título
universitario”, agregó Zegarra.

A modo de cierre, el moderador Fernando Barrios recordó que, tras los aprendizajes que nos
ha dejado la pandemia, estamos en un punto de quiebre para la transformación de la educación superior peruana. “Hemos atravesado una pandemia que, por supuesto, tiene dos caras: una situación extremadamente difícil para la sociedad en general y para las instituciones
superiores. Sin embargo, este evento excepcional también tiene algo positivo: nos ha situado
en un lugar y en un momento muy expectante para poder innovar paradigmas”, afirmó.

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