La sanidad divina es un don maravilloso de Dios que ofrece restauración en todas las áreas de nuestra vida: cuerpo, mente, espíritu y relaciones. En Éxodo 15:26, Dios se revela como nuestro sanador, prometiendo que su obra de sanidad sigue vigente hoy. Solo necesitamos recibirla. ¿Necesitas la sanidad de Dios? El doctor Isaías Lozano, pastor de Full Glory, presenta 7 pasos seguros para recibir tu sanidad.
Paso 1: Recibe a Cristo como tu Sanador
Para recibir sanidad divina, primero debes reconocer y aceptar a Dios como tu sanador. Debes creer que Él es tu sanador, como lo afirma Su Palabra: “Yo, el SEÑOR, soy tu sanador” (Isaías 15 26). También debes volverte a Él, tal como dice: “Volveos a mí y Yo me volveré a vosotros” (Zacarías 1 3).
La enfermedad, al igual que todos los males, tiene una causa, y esta es “alejarse de Dios, desobedecerle y pecar contra Él”. Todos los males y enfermedades de la humanidad tienen una causa, como se menciona en Proverbios 26 2: “El mal no viene sin causa”. El pecado ingresó a la humanidad por Adán, pero Jesús vino a redimirnos del pecado, dando su vida en la cruz para salvarnos, darnos vida espiritual y sanidad en todas las áreas de nuestra vida.
Para recibir esta sanidad divina, primero debemos reconocer que hemos pecado contra Dios y “arrepentirnos y convertirnos a Cristo, para que sean borrados nuestros pecados; y vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3 19). En primera de Juan 1:9 se nos asegura: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
En la conversión genuina, te vuelves a Dios, salvas tu alma de la condenación, obtienes vida eterna y, como añadidura, recibes todas las bendiciones de Dios, incluyendo la sanidad para tus emociones, tu cuerpo físico y tus relaciones humanas. En otras palabras, recibes a Cristo como tu sanador.
Paso 2: Ten un corazón perdonador

Perdonar a otros es una llave para tu propia sanidad, libertad y felicidad. Al liberar a otros de sus ofensas, Dios también te libera y te sana de tus dolores. Al ser perdonado por Dios, recibes un corazón perdonador. Eres sano y deseas que otros también sean sanos. Un corazón misericordioso que perdona las ofensas del prójimo es un corazón sano, libre y feliz. Esto se refleja en tus emociones, tu cuerpo y tus relaciones humanas. La pregunta es: ¿Puede un cristiano no perdonar? Perdonar es una decisión, una elección. Aunque el cristiano debe perdonar, también puede elegir no hacerlo. No perdonar es gravísimo; es acumular ofensas, resentimiento, amargura, heridas y males en el interior. Cuantas más ofensas se acumulan y más tiempo pasa, más dolor se acumula en el interior, afectando la salud y causando enfermedades emocionales, mentales, físicas y en las relaciones humanas.
Proverbios 14 30 dice: “Un corazón apacible es vida para el cuerpo, más las pasiones son podredumbre de los huesos”. Esto significa que un corazón sano es vida, salud y vitalidad para el cuerpo físico, emocional y espiritual. En cambio, un corazón cargado de ofensas, resentimientos, amargura y dolor por no perdonar enferma y destruye la salud de los huesos y todo el cuerpo.
Proverbios 15 13 dice: “El corazón alegre hermosea el rostro; más por el dolor del corazón el espíritu se abate”. Un corazón perdonador es alegre y trae hermosura natural, mientras que un corazón dolido trae aflicción de espíritu. Perdonar trae sanidad a tu corazón y te da paz y salud a tu cuerpo.
Además, la falta de perdón cierra el acceso al trono de Dios. Marcos 11 25 dice: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”. Jesús enseñó en Mateo 6 14: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial”.
Usa la llave del perdón para recibir tu sanidad.

Paso 3: Creer que Dios es tu sanador y Él sí quiere sanarte
Para recibir sanidad divina, es fundamental creer que Dios es tu sanador. Dios nos dice que, si lo escuchamos, hacemos lo recto ante sus ojos y le obedecemos, no vendrá sobre nosotros ninguna enfermedad que envió a Egipto. En Éxodo 15 26, Él afirma: “Yo, el SEÑOR, soy tu sanador”.
Dios mismo lo declara: “Yo soy tu sanador”. Y tú debes creer con fe genuina, porque “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11 6).
Dios sí quiere sanarnos, porque Él es bueno, misericordioso y sanador por naturaleza. En Mateo 8 2 y 3, se registra que un leproso le dijo a Jesús: “Señor, si quieres puedes limpiarme”. Y Jesús, extendiendo la mano, le tocó y dijo: “Quiero; sé limpio”. Y al instante su lepra desapareció. Jesús dejó claro en esta escritura el deseo de Su Corazón: ¡SÍ QUIERO SANARTE! Para que hoy lo sepas y creas que también “quiere sanarte”. Es su voluntad sanarte.
Dios sigue sanando hoy. Su poder y Su amor no han cambiado; Él sigue haciendo milagros, sanando y haciendo cosas grandes a favor de los que creen en Él. Dios es inmutable. En Hebreos 13 8 se nos asegura: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Pero tú debes creerlo. Afirmar tu fe y declararlo con todas las fuerzas de tu corazón: “Dios es mi sanador, y Él sí quiere sanarme”. Cree que su poder sigue vigente y rechaza toda duda, toda incredulidad. Desecha toda enseñanza contraria y reprende toda influencia que te lleve a pensar o sentir dudas e incredulidad.
Dar el paso de creer que Dios es tu sanador y Él: Sí quiere sanarte; afirma tu sanidad.
Paso 4: Pide tu sanidad
Para recibir sanidad, es fundamental pedirla; Jesús enseñó en Mateo 7 7 y 8: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque cualquiera que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abrirá”.
Debes pedir con todas tus fuerzas. Deuteronomio 4 29 dice: “Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”. Pedir de corazón y con toda el alma significa pedir enfocado en Su Palabra, sin dudar, sin escuchar las voces negativas ni las circunstancias contrarias.
Jairo, era un líder de la sinagoga, pidió a Jesús que sanara a su hija moribunda. Aunque vinieron voces de desánimo y duda, diciéndole que no molestara al maestro porque su hija había muerto, Jesús le dijo: “No temas, cree solamente” (Marcos 5 36). Al llegar a la casa de Jairo, Jesús tomó a la niña de la mano y le dijo: “Talita cumi”, que significa: “Niña, a ti te digo, levántate”. Inmediatamente, la niña se levantó y comenzó a caminar.
Hoy, Jesús te dice lo mismo: Pide tu sanidad y cree solamente; Si pides, Dios no se hace de rogar; Él atenderá tu necesidad y verás tu sanidad.
Paso 5: Recibe tu Sanidad

Muchos no reciben su sanidad porque “piden con fe”, pero “no tienen fe para recibirla”. Jesús nos enseñó en Marcos 11:24: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Es clara su instrucción: pide en oración y cree que lo recibirás; Ten fe para pedir y ten fe para recibir.
Quizás te preguntes: ¿Por qué debo creer que recibiré la sanidad? La respuesta es sencilla: porque ya lo hizo en la cruz. En Isaías 53 5 dice: “Mas Él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros sanados”.
Aquí dice que YA FUIMOS SANADOS. Si ya fuiste sanado, entonces tienes que RECIBIRLO.
Tu trabajo es pedir y creer que recibirás lo que Cristo ya hizo. Y el trabajo de Dios es honrar tu fe.
Una mujer con flujo de sangre por 12 años, sin esperanza de sanidad, creyó que solo con tocar el manto de Jesús recibiría su sanidad. Se esforzó entre la multitud y al tocar a Jesús, fue sanada al instante. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu enfermedad” (Marcos 5 34). La mujer creyó que recibiría su sanidad al tocar a Jesús.
Debes imitar la fe de esta mujer: CREER QUE LO RECIBIRÁS. Sé firme en tu fe y declara que “YA CRISTO TE SANÓ Y RECIBES TU SANIDAD”. Aprende a dar este paso de fe: ¡Recibe tu sanidad! Cree con todo tu corazón, tu alma y tus fuerzas que RECIBES TU SANIDAD. ¡Decláralo! Que el cielo oiga y vea tu fe.
Paso 6: Da Gracias por tu Sanidad

Agradecer es un acto de fe y generosidad que demuestra que crees que Dios es tu sanador, que es su voluntad sanarte y que ya lo hizo en la cruz. “La gratitud atrae lo que agradeces”. Si ya has pedido y crees que lo has recibido, entonces puedes dar gracias. Tal vez te preguntes: ¿Cómo le agradezco si aún siento la enfermedad en mi cuerpo? ¿Cómo le voy a agradecer si aún no me ha sanado? Aquí es donde actúa tu fe.
Si no puedes agradecer, es porque no crees que Dios te escuchó y que recibirás tu sanidad. No tienes fe en Dios y en Su Palabra. Recuerda que “Fe es creer en lo que no ves con tus sentidos, pero lo crees porque existe y está escrito en la palabra de Dios”. Fe en Dios es creer en Su Palabra. Y si Su Palabra dice: “Que ya fuiste sanado” y tú lo crees, entonces LE DAS GRACIAS porque ya lo tienes, por fe. Aprende a demostrar tu fe con gratitud. Luego de pedir tu sanidad, da abundantes acciones de gracias por tu sanidad, porque ya lo hizo en la cruz, lo has recibido y estás sano, por encima de las evidencias o hechos.
Diez leprosos le pidieron a Jesús que los sanara. Jesús hizo algo inusual: no declaró la palabra de sanidad, no los tocó y no hizo la sanidad al instante, solo les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes” (Lucas 17 12 al 19). Y mientras iban en camino, se dieron cuenta de que estaban sanos. Uno de ellos, al verse ya sano, regresó a Jesús alabando y dando gracias a Dios a grandes voces. Y Jesús le dijo: “Tu fe te ha salvado”.
Estos leprosos recibieron su sanidad, aun sin darse cuenta, solo por su obediencia. La sanidad viene cuando recibes y obedeces Su Palabra. En Salmos 107 20 dice: “Envió Su Palabra y los sanó, y los libró de su ruina”.
La gratitud es la evidencia de que has creído y recibido Su Palabra. La gratitud muestra que ya recibiste tu sanidad en tu ser y también, atrae tu sanidad. Por eso, debes aprender a fluir en gratitud, llenar el cielo y la tierra con acciones de gracias. Esto es poderoso, porque “atraerá hacia ti todo lo que agradeces”.
Fe es agradecer aun sin verlo y es un secreto para que lo veas.
Paso 7: Mantente firme en tu sanidad
Si ya has recibido la palabra de sanidad y lo crees, entonces lo recibirás, porque Dios es tu sanador y Él es fiel a Su Palabra. Dios sana de muchas maneras, y cada milagro es diferente, porque Dios es creativo. La batalla de la fe está entre creer en Su Palabra y ver Su Palabra realizada. Entre el creer y el ver, está el misterio de la fe: primero se cree sin ver, para luego poderlo ver. Dios promete sanarte, pero no te dice cómo lo hará, cuándo lo hará, ni a quién o qué medios usará. Esa es Su soberanía; Él es Dios y Soberano. Nosotros solo tenemos que confiar en Él, ser pacientes mantenernos firmes en la fe. Hebreos 10 23 dice: “Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho”. Jesús dijo en Juan 15 7 “Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan todo lo que quieran, y les será hecho”.