Sanando al enfermo episodio 9: La Sanidad en la expiación
La Promesa de Sanidad en la Expiación
En este capítulo, se establece la premisa de que la sanidad física es una parte integral del plan expiatorio de Dios. La obra expiatoria de Jesucristo abarca no solo la redención espiritual, sino también la sanación física como parte de su gran plan de salvación. El autor explora cómo Jesucristo, a través de su sufrimiento en la expiación, tomó sobre sí mismo nuestras enfermedades y dolencias (Isaías 53:4-5), ofreciendo así la posibilidad de sanidad tanto espiritual como física a todos los que creen en él.
La Fe y la Sanidad
El capítulo también aborda el papel crucial que juega la fe en la recepción de la sanidad divina. Se discute cómo la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo no solo asegura el perdón de nuestros pecados, sino que también activa el poder sanador de Dios en nuestras vidas. La fe no es solo un requisito para la salvación espiritual, sino también para la sanidad física, ya que nos abre a recibir las bendiciones y los milagros que Dios tiene reservados para sus hijos.
Experiencias de Sanidad
El libro probablemente incluya testimonios y experiencias personales de individuos que han experimentado sanidades milagrosas a través de la fe en la expiación de Jesucristo. Estas historias sirven como poderosos testimonios del amor y el poder de Dios para transformar vidas y restaurar la salud tanto espiritual como física.
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Aplicación Personal
Finalmente, el capítulo invita a los lectores a reflexionar sobre cómo la doctrina de la expiación y la promesa de sanidad pueden aplicarse en sus vidas diarias. Se enfatiza la importancia de confiar en Dios en tiempos de enfermedad, buscar su voluntad a través de la oración y la obediencia, y creer firmemente en su poder para sanar según su sabiduría y propósito.
En resumen, el capítulo 9 de «Sanando al Enfermo: La Sanidad en la Expiación» ofrece una perspectiva profundamente espiritual y práctica sobre el papel de la expiación de Cristo en la sanidad integral del ser humano. Es un recordatorio poderoso de que en Cristo encontramos no solo perdón y redención, sino también esperanza y sanidad para nuestras vidas físicas y espirituales.
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