Continuando con la «saga» de este audio libro, en el capítulo 3 nos adentramos aún más en el viaje de descubrimiento y revelación que T.L. Osborn nos ofrece sobre el poder de la sanidad divina. Este capítulo representa otro hito en la narrativa, donde los lectores pueden esperar una profundización en los temas presentados en los capítulos anteriores.
Ver también: Cap-1 ¿A cuántas personas Dios quiere sanar?
Hay muchos que reconocen no tener un conocimiento personal de Jesús como el Salvador del cuerpo. Pueden ver que otros se curan, pero dudan que la Voluntad de Dios sea la sanidad para ellos. Esperan una revelación particular de la Voluntad de Dios en cuanto a su caso, y mientras tanto hacen todo lo que tienen a su alcance para sanar por medios naturales o usando el conocimiento humano; sin pensar, desde su punto de vista, que procurando sanarse están frustrando la Voluntad de Dios.
La Biblia revela la voluntad de Dios acerca de la sanidad.
Dios no necesita dar una particular revelación de su voluntad sobre un tema que ha puesto de manifiesto claramente en Su Palabra. Un estudio de las Escrituras muestra claramente que Dios ha declarado Su deseo de sanar Sus hijos – incluso curar a su pueblo.
Ver también: Cap-2 La sanidad es para todos
Queremos considerar algunas escrituras que lo demuestran:
Cuando Dios llamó a los israelitas de Egipto les dio un estatuto y una ordenanza acerca de la sanidad (Éxodo 15:26). Él repitió esto en el cierre de los cuarenta años de peregrinación. A través de la historia de los israelitas, los encontramos sufriendo de enfermedades y pestilencias volviéndose a Dios con arrepentimiento, confesando y recibiendo sanidad en respuesta a la oración. ¡Se cura en respuesta a la oración!
Esta fue la manera de Dios bajo la antigua dispensación, cuánto más prevalecerá lo mismo, en la Nueva dispensación.
Mateo 12:15 “Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y sanaba a todos”.
Las obras de sanidad de Cristo no fueron solamente para probar su divinidad, como algunos afirman. Fue para cumplir Su comisión, la Voluntad de Dios: ―Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad,” Hebreos 10:7
Ver también: Cap-3 Las razones para la fe
Jesús mismo es una revelación de la Voluntad de Dios.
Hacía la Voluntad de Dios, sanando a TODOS los que se acercaban a Él. Su sacerdocio es inalterable, Jesucristo es el mismo hoy, ayer y por los siglos. Él es el mismo enamorado como cuando movido por compasión sanaba de toda especie de dolencias.
Hebreos 2:17 “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo”
Durante su ministerio terrenal, en todo lugar caminaba movido por la compasión y sanaba a todos “los que necesitaban sanidad”. Él es el fiel y misericordioso Sumo Sacerdote de nuestro tiempo.
En las escrituras “compasión” y “misericordia” tenían el mismo significado.
El sustantivo hebraico rachamim es traducido tanto “misericordia” como “compasión”.
El verbo griego eleeo es traducido “tener misericordia” y “tener compasión”.
Igualmente el adjetivo eleemon quiere decir “misericordioso-compasivo”.
A medida que avanzamos en esta saga, nos encontramos con nuevos personajes: aquellos que han experimentado la sanidad de manera milagrosa, cuyas historias inspiradoras nos muestran la realidad tangible de la intervención divina en el mundo moderno.
Cristo comisionó a Sus doce discípulos para sanar y después, de la misma forma comisionó a los setenta (Lucas 10). La comisión fue dada a todos los que creen (Marcos 16:17,18) y otra vez fue dada a la iglesia (Santiago 5:14,16). Estas comisiones nunca fueron revocadas.
Ver también: Cap-4 ¿Porqué no se sanan las personas?
La sanidad es la respuesta a la oración de fe, la única manera de recibir la sanidad conocida por la iglesia primitiva. Estas es una línea de la sanidad a través de todas las temporadas hasta estos días. Actualmente está preciosa verdad, casi borrada en la oscuridad espiritual de la Edad Media, ha sido revivida en un gran derramamiento del Espíritu Santo en estos últimos días. Millares de todos los países están probando que Dios cura en Su pueblo.
En este caso, la «saga» de «Sanando al Enfermo» nos lleva a explorar la grandeza del poder sanador de Dios y su impacto transformador en las vidas de las personas.
Es más, Dios ha provisto la cura por la expiación de Cristo (Isaías 53:4 y 5; Mateo 8:16 y 17)
Las palabras “tomó sobre sí” en Mateo 8:17, significan substitución (sufriendo por, no compasión) con sufrimiento. Si Cristo tomó nuestras enfermedades ¿Por qué tenemos que sufrirlas?
Se encuentran tipos de expiación en relación con la Sanidad en el Antiguo Testamento: La purificación del leproso (Leviticos 14), la sanidad de la plaga (Numeros 16:46 al 48), la serpiente de bronce (Numeros 21:7 y 9), la sanidad de Job (Job 33:24).
En Deuteronomio 28, encontramos la enfermedad como una parte de “la maldición”. Mas declara en Gálatas 3:13 que “Cristo nos libró de la maldición de la ley”.
El pecado y la enfermedad, están ligadas íntimamente a través de las Escrituras; Salmo 103:3, Juan 5:14, Mateo 9: 5 y 6, junto con muchos otros pasajes que indican lo mismo. Tanto del pecado, como de la enfermedad, tenemos redención por la sangre preciosa que Jesús vertió y las heridas que soportó.
Ver también: Cap-5 Pidiendo al padre en el nombre de Jesús
Todo lo que Dios nos ha dado fue dado por Cristo Jesús nuestro Señor, para “Cualquier persona que desee”, para quien desee cumplir las condiciones de creer en Su Palabra.
Podemos excluirnos a nosotros mismos diciendo “es Su Voluntad” pero Dios no exceptúa a nadie. Dios no hace acepción de personas, sus promesas son para todos.
Santiago 5:14 “¿Está alguno enfermo entre vosotros?”
Mateo 7:7 “Pedid y se os dará”,
Marcos 11:24 “Todo lo que pidiereis orando creed que lo recibiréis y os vendrá”.
Observen la sanidad prometida por el hecho de ser habitación del Espíritu Santo:
Romanos 8:11. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”.
Todas estas Escrituras junto con las promesas directas y universales, descubren claramente la Voluntad de Dios de sanar a cualquier persona que se acerca a Él con fe. Esa es Su Voluntad, Su manera. No se recomienda en la Biblia otra manera para Su pueblo.
Dios nos ha legado la sanidad, la salud y la fuerza en Cristo.
Este es nuestro derecho y privilegio en Él. Le agradamos y Lo glorificamos sujetándonos a Él. Dios quiere que tengamos buena salud. ¿Aceptaremos esta provisión de su amor? ¿Obedeceremos a Él aceptando Su provisión para que Su Voluntad sea hecha en nosotros y glorifiquemos a Dios en nuestros cuerpos?
Ver también: Cap-6 Si dos se pusieren de acuerdo
Con la certeza de la Voluntad de Dios, no precisamos orar: “Señor, sáname si es Tu Voluntad”. Ese “si” indica duda, y la duda anula la fe.
Alguien me dijo un dicho sin validez: “Creo en la oración para que Dios me sane, si es su Voluntad”; para ilustrar agrego: Un hijo puede pedir algo a su padre y el padre le dará lo que pide, si piensa que es bueno para el niño; así es como yo tengo que orar pidiendo sanidad. Si el padre del niño le prometió darle cierta cosa, el niño tiene derecho a esperar el cumplimiento de la promesa. Así el Padre nos ha prometido sanidad y tenemos el derecho a esperar el cumplimiento de Su promesa.
Sin conocer la Voluntad de Dios acerca de una cierta cosa, podemos orar con fe pidiendo que Dios nos conceda algo para nosotros si es Su deseo y si Él quiere.
Pero, cuando Dios ha revelado Su Voluntad prometiendo hacer esa cosa, no podemos ignorar o dudar, pues es Su Voluntad hacerlo. Su Palabra revela el hecho de que la Sanidad es Su Voluntad, si cumplimos las condiciones y creemos en Su promesa.
La fe que Dios ve, se basa en la certeza de Su Voluntad; conocer Su Voluntad es la base de nuestra certeza. No podemos adquirir definitivamente la sanidad por la fe, si hay cualquier duda acerca de si es para nosotros o no. Debemos saber la Voluntad de Dios, entonces podremos adquirir la sanidad definitivamente por la fe, creyendo que cuando pedimos recibiremos.
Ver también: Cap-7 La unción con aceite de los ancianos
Nuestra voluntad, también tiene una parte en nuestra cura. ¿Reclamaremos aquello que Dios quiere que tengamos?
Juan 15:7 “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”
Cuando nuestro “yo quiero” se reúna con “Su Quiero” la obra será hecha.