"Propósito y Esperanza en Dios Durante la Enfermedad"
Dios permite la enfermedad en nuestras vidas por varias razones, todas con un propósito divino
Atravesar una enfermedad prolongada puede ser una experiencia difícil y desgastante, llenando el corazón de dudas y preguntas. Para quienes buscan respuestas desde una perspectiva de fe, es posible hallar consuelo y entendimiento en las Escrituras y en la naturaleza de Dios. A continuación, abordaremos algunas de las preguntas más comunes y sus posibles respuestas desde esta perspectiva:
- ¿Por qué Dios permitió que me enfermara?
- ¿Por qué conmigo?
- ¿Por qué tiene que ser así?
- ¿Qué mal hice? ¿Qué estoy pagando?
- ¿Dios tiene planes de sanarme?
Dios tienen toda bajo su control y todo lo permite con un propósito, y es muy importante entender el por qué y para Dios permite la enfermedad a sus hijos. Veamos algunos puntos importantes:
1. Glorificar a Dios a través de la Enfermedad
Dios permite la enfermedad en nuestras vidas para que, a través del proceso de enfermedad y sanidad divina, podamos compartir nuestro testimonio y glorificar su nombre. La enfermedad no es solo un tiempo de sufrimiento, sino una oportunidad para mostrar la grandeza y el poder de Dios.
En Juan 11:4, Jesús dice: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.
Un ejemplo bíblico de esto es la resurrección de Lázaro. En Juan 11, Jesús permite que Lázaro muera para luego resucitarlo, demostrando así el poder de Dios y glorificando su nombre. Jesús dice claramente que la enfermedad de Lázaro es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Reconocer que nuestra enfermedad puede glorificar a Dios nos da una perspectiva más amplia y esperanzadora. Nos ayuda a ver nuestra situación no solo como un tiempo de dolor, sino como una oportunidad para que Dios se manifieste poderosamente en nuestras vidas y en las vidas de quienes nos rodean.
Para lograr esto, ora y busca a Dios, pidiendo que te muestre cómo tu enfermedad puede ser usada para glorificar su nombre. Comparte tu testimonio con otros sobre cómo Dios te está sosteniendo y enseñando en medio de tu enfermedad. Confía en el plan de Dios, aceptando que Él tiene un propósito y un plan perfecto, incluso en medio de la enfermedad. Mantén una actitud de gratitud, agradeciendo a Dios por su presencia y su obra en tu vida, incluso en tiempos difíciles, y cree en sus promesas, pide, recibe y espera tu sanidad.
¿Cómo puedes colaborar con Dios hoy para descubrir y cumplir el propósito que Él tiene para ti en medio de tu enfermedad?
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2. Fortalecer Nuestra Fe a través de la Enfermedad
Las enfermedades y pruebas son oportunidades para fortalecer nuestra fe y dependencia en Dios. A través de estas dificultades, aprendemos a confiar más en Él y a desarrollar una fe más profunda y resiliente.
En Romanos 5:3-4, se nos recuerda: “Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza”.
Un ejemplo poderoso de esto es la historia de Job. A pesar de perder todo, incluyendo su salud, Job mantuvo su fe en Dios. Al final, Dios restauró su vida y lo bendijo aún más abundantemente. Job 42:10 dice: “Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job”.
Fortalecer nuestra fe a través de la enfermedad nos ayuda a desarrollar paciencia y esperanza. Nos permite ver más allá de nuestras circunstancias actuales y confiar en el plan de Dios para nuestras vidas. Esta fe fortalecida nos sostiene en tiempos difíciles y nos prepara para enfrentar futuras pruebas con mayor confianza en Dios. No permitir que las pruebas fortalezcan nuestra fe puede llevar a la desesperación y la falta de esperanza. Podemos sentirnos abrumados por nuestras circunstancias y perder la oportunidad de crecer espiritualmente. Además, una fe débil puede hacer que sea más difícil enfrentar futuras dificultades.
Para lograr esto, ora constantemente, manteniendo una comunicación continua con Dios y pidiéndole fortaleza y sabiduría para enfrentar tus pruebas. Medita en la Palabra de Dios, leyendo y reflexionando en las Escrituras que hablan sobre la fe y la perseverancia. Romanos 10:17 dice: “Así que la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios”. Rodéate de personas de fe, buscando el apoyo de una comunidad de creyentes que puedan orar contigo y alentarte en tu caminar de fe. Recuerda las promesas de Dios, manteniendo en mente su fidelidad en el pasado, lo cual te ayudará a confiar en que Él también será fiel en el presente y el futuro.
¿Cómo puedes colaborar con Dios hoy para fortalecer tu fe en medio de tu enfermedad?
3.- Enseñarnos y Transformarnos a través de la Enfermedad
Dios usa la enfermedad para enseñarnos lecciones importantes y transformarnos a su imagen. A través de nuestras debilidades, aprendemos a depender más de la gracia de Dios y a crecer espiritualmente. La enfermedad puede ser un medio para que Dios nos moldee y nos haga más semejantes a Cristo.
En 2 Corintios 12:9, se nos dice: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.
Un ejemplo bíblico de esto es el apóstol Pablo, quien experimentó una “espina en la carne”, una aflicción que Dios permitió en su vida. En 2 Corintios 12:7-10, Pablo describe cómo esta aflicción lo mantuvo humilde y dependiente de la gracia de Dios. A través de su debilidad, Pablo aprendió a confiar más en el poder de Cristo.
Permitir que la enfermedad nos enseñe y transforme es crucial para nuestro crecimiento espiritual. Nos ayuda a desarrollar una mayor dependencia en Dios y a reconocer nuestra necesidad de su gracia. Este proceso de transformación nos hace más fuertes en nuestra fe y más capaces de enfrentar futuras pruebas.
No permitir que la enfermedad nos enseñe y transforme puede llevar a la resistencia y la amargura. Podemos perder la oportunidad de crecer espiritualmente y de experimentar la plenitud de la gracia de Dios. Además, una actitud de resistencia puede impedir que veamos el propósito de Dios en nuestras circunstancias.
Para lograr esto, ora por entendimiento, pidiendo a Dios que te revele las lecciones que quiere enseñarte a través de tu enfermedad. Acepta tu debilidad, reconociendo que en tu debilidad, el poder de Dios se perfecciona, y permite que su gracia te sostenga. Medita en la Palabra de Dios, leyendo y reflexionando en las Escrituras que hablan sobre la gracia y el poder de Dios en medio de la debilidad. Busca apoyo espiritual, rodeándote de una comunidad de creyentes que puedan orar contigo y alentarte en tu proceso de transformación.
¿Cómo puedes colaborar con Dios hoy para permitir que tu enfermedad te enseñe y te transforme a su imagen?
4.- Ser Testimonio para Otros a través de la Enfermedad
Nuestra experiencia con la enfermedad puede ser un poderoso testimonio para otros, mostrando la fidelidad y el poder de Dios. Al permitir que nuestra luz brille en medio de la adversidad, podemos inspirar y fortalecer la fe de quienes nos rodean, glorificando así al Padre celestial.
En Mateo 5:16, se nos dice: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Un ejemplo bíblico de esto es el ciego de nacimiento. En Juan 9, Jesús sana a un hombre ciego de nacimiento. Los discípulos preguntan si su ceguera fue causada por el pecado, pero Jesús responde que fue para que las obras de Dios se manifiesten en él. Después de ser sanado, el hombre testifica sobre el poder de Jesús, y muchos llegan a creer en Él. Juan 9:3 dice: “Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
Ser un testimonio para otros en medio de la enfermedad es crucial porque inspira fe, mostrando que Dios es fiel y poderoso. Al compartir cómo Dios te sostiene y sana, glorificas su nombre y demuestras su amor y poder. Además, tu experiencia puede ofrecer esperanza a aquellos que están pasando por situaciones similares, mostrando que no están solos y que Dios está con ellos. No compartir tu testimonio puede resultar en oportunidades perdidas para inspirar y fortalecer la fe de otros, falta de gloria a Dios al no darle el crédito y la gloria que merece por su obra en tu vida, y desconexión, sintiéndote aislado y desconectado de la comunidad de fe, perdiendo el apoyo y la oración de otros creyentes.
¿Cómo puedes colaborar con Dios hoy para ser un testimonio vivo de su fidelidad y poder en medio de tu enfermedad?
5. Esa enfermedad es por alguien
Tú no eres una persona aislada y sola en el mundo; estás en un espacio de la tierra con familia, amigos y un radio de influencia. Tu enfermedad puede ser un medio para ayudar a alguien, salvar a alguien, o ser un ejemplo para otros. Dios trabaja en todos y no solo en ti, utilizando tu situación para bendecir a otros.
En 2 Corintios 1:3-4, se nos dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.
Un ejemplo bíblico de esto es la historia de José en Egipto. A pesar de ser vendido como esclavo y encarcelado injustamente, José llegó a ser el segundo del Faraón al mando en Egipto. En Génesis 50:20, José dice a sus hermanos: “Vosotros pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”.
Reconocer que tu enfermedad puede tener un propósito más allá de ti mismo te ayuda a ver cómo Dios puede usar tu situación para impactar positivamente a otros. Esto puede traer consuelo y propósito en medio de tu aflicción. No ver el propósito de tu enfermedad en el contexto de ayudar a otros puede llevar a una visión limitada y egoísta de tu situación, perdiendo la oportunidad de ser una bendición y testimonio para los demás.
¿Cómo puedes colaborar con Dios hoy para descubrir y cumplir el propósito que Él tiene para ti en medio de tu enfermedad?
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6.- Valorar la Salud y la vida
Reconocer que todo mal tiene una causa nos lleva a reflexionar sobre cómo hemos cuidado nuestra salud física, emocional, mental y espiritual. A veces, la enfermedad puede ser una consecuencia de no haber valorado adecuadamente estos aspectos de nuestra vida. Este reconocimiento no es para culparnos, sino para aprender y mejorar nuestra relación con nuestro cuerpo y espíritu.
En 1 Corintios 6:19-20, se nos dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
Un ejemplo bíblico de esto es el rey Ezequías. En 2 Reyes 20, el rey Ezequías enfermó gravemente. Al orar y reflexionar sobre su vida, Dios le concedió quince años más de vida. Este tiempo adicional le permitió valorar más su salud y su relación con Dios, mostrando la importancia de cuidar su cuerpo, alma y espíritu.
Valorar la salud que Dios nos ha dado es crucial porque promueve el bienestar integral, ayudándonos a mantener un equilibrio entre nuestra salud física, emocional, mental y espiritual. Fomenta la gratitud, recordándonos ser agradecidos por el don de la salud y a no darla por sentada. Además, previene enfermedades, ya que al cuidar mejor de nosotros mismos, podemos prevenir muchas enfermedades y vivir una vida más plena y saludable.
No valorar nuestra salud puede llevar al descuido y enfermedades que se pueden evitar, y un deterioro general de nuestro bienestar. También puede llevar a la falta de gratitud, perdiendo la oportunidad de agradecer a Dios por el don de la salud y de reconocer su provisión en nuestras vidas. Además, no cuidar nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santo, puede afectar negativamente nuestra relación con Dios.
Para lograr esto, reflexiona sobre tus hábitos, evaluando cómo has estado cuidando tu salud física, emocional, mental y espiritual, e identifica áreas de mejora. Ora por sabiduría, pidiendo a Dios que te guíe en cómo cuidar mejor de tu salud y que te dé la fuerza para hacer cambios positivos. Adopta hábitos saludables, incorporando una alimentación balanceada, ejercicio regular, descanso adecuado y tiempo de calidad con Dios en tu vida diaria. Busca apoyo, rodeándote de una comunidad que te apoye en tu camino hacia una mejor salud integral.
¿Cómo puedes comenzar hoy a valorar y cuidar mejor la salud que Dios te ha dado?
7.- El Propósito y Plan de Dios es Sanarte
El propósito y plan de Dios es sanarte. Dios no solo permite la enfermedad para enseñarnos y transformarnos, sino que también tiene un propósito y plan para sanarnos. Su deseo es que disfrutemos de buena salud y que, a través de nuestra sanidad, podamos glorificar su nombre. La sanidad no es solo el alivio del sufrimiento, sino una manifestación del amor y el poder de Dios en nuestras vidas.
Dios nos da sustento bíblico para esta creencia.
En Jeremías 30:17, dice: “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.”
Y en Éxodo 15:26, dice: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.”
Un ejemplo bíblico de sanidad es la mujer con el flujo de sangre en Marcos 5:25-34. Esta mujer, que había sufrido durante doce años, fue sanada al tocar el manto de Jesús. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote”. Esta sanidad no solo alivió su sufrimiento, sino que también glorificó a Dios y fortaleció su fe.
Reconocer que Dios tiene un plan para sanarnos nos da esperanza y confianza en su amor y poder. Nos ayuda a ver nuestra sanidad no solo como un alivio temporal, sino como una oportunidad para experimentar y testificar del poder sanador de Dios. Disfrutar de nuestra sanidad nos permite vivir una vida plena y abundante, glorificando a Dios en todo lo que hacemos.
No reconocer el propósito de Dios para sanarnos puede llevarnos a la desesperanza y la falta de fe. Podemos perder la oportunidad de experimentar la plenitud de la sanidad divina y de testificar del poder de Dios en nuestras vidas. Además, una actitud de incredulidad puede impedir que veamos y recibamos las bendiciones que Dios tiene para nosotros.
¿Cómo puedes colaborar con Dios hoy para recibir y disfrutar de la sanidad que Él tiene para ti, y glorificar su nombre a través de ella?
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Tu vida es como un jardín
Imagina que tu vida es un jardín. Cada uno de estos seis puntos es como una herramienta de jardinería que te ayuda a cuidar y cultivar ese jardín:
- Glorificar a Dios a través de la Enfermedad es como el sol que ilumina tu jardín, permitiendo que todas las plantas crezcan y florezcan, mostrando la belleza y el poder de Dios.
- Fortalecer Nuestra Fe a través de la Enfermedad es como el agua que nutre las raíces de tus plantas, dándoles la fuerza y la vitalidad necesarias para crecer y resistir las tormentas.
- Enseñarnos y Transformarnos a través de la Enfermedad es como el abono que enriquece el suelo, proporcionando los nutrientes esenciales para que las plantas se desarrollen y se transformen en versiones más fuertes y saludables de sí mismas.
- Ser Testimonio para Otros a través de la Enfermedad es como las flores que adornan tu jardín, atrayendo a otros con su belleza y aroma, inspirando y ofreciendo esperanza a quienes las ven.
- Esa enfermedad es por alguien es como las semillas que caen y germinan en otros jardines, mostrando cómo tu experiencia puede dar vida y bendición a otros, extendiendo el impacto de tu jardín más allá de sus límites.
- Valorar la Salud y la Vida es como el jardinero que cuida y protege el jardín, asegurándose de que cada planta reciba el cuidado y la atención necesarios para prosperar.
- El Propósito y Plan de Dios es Sanarte es como la lluvia que cae en el momento justo, refrescando y revitalizando tu jardín, asegurando que cada planta tenga lo necesario para crecer y florecer según el plan perfecto de Dios.
¿Cómo puedes usar estas herramientas hoy para cultivar tu jardín y recibir la sanidad que Dios tiene para ti?
CONCLUSIÓN: el propósito de la enfermedad
- Glorificar a Dios a través de la Enfermedad: La enfermedad puede ser una oportunidad para mostrar la grandeza y el poder de Dios, compartiendo nuestro testimonio y glorificando su nombre.
- Fortalecer Nuestra Fe a través de la Enfermedad: Las pruebas y enfermedades nos enseñan a depender más de Dios, fortaleciendo nuestra fe y desarrollando una confianza más profunda en Él.
- Enseñarnos y Transformarnos a través de la Enfermedad: Dios usa la enfermedad para enseñarnos lecciones importantes y transformarnos a su imagen, ayudándonos a crecer espiritualmente y a depender más de su gracia.
- Ser Testimonio para Otros a través de la Enfermedad: Nuestra experiencia con la enfermedad puede inspirar y fortalecer la fe de otros, mostrando la fidelidad y el poder de Dios y ofreciendo esperanza a quienes nos rodean.
- Esa enfermedad es por alguien: Tu enfermedad puede ser un medio para ayudar, salvar o ser un ejemplo para otros, mostrando cómo Dios trabaja en todos y utiliza nuestras situaciones para bendecir a otros.
- Valorar la Salud y la Vida: Reconocer la importancia de cuidar nuestra salud física, emocional, mental y espiritual, aprendiendo a valorar y agradecer el don de la salud que Dios nos ha dado.
- El Propósito y Plan de Dios es Sanarte: Dios tiene un plan y un propósito para tu sanidad. Su deseo es que disfrutes de buena salud y que, a través de tu sanidad, puedas glorificar su nombre y experimentar su amor y poder en tu vida.
¿Qué acciones concretas harás hoy para colaborar con Dios, y recibir la sanidad que Él tiene para ti, y glorificar su nombre a través de ella?