Ola de asesinatos en Lima
Octubre llegó y con él la inseguridad ciudadana va en crecimiento. En los primeros 6 días del mes morado, ya se han reportado más de 10 homicidios y solo ayer 06 de octubre, conocimos 4 impactantes casos en distintos distritos de nuestra capital.
Independencia:
Tres balazos acabaron con la vida de Juan Gean Pierr Lijarza Turriate (24), la madrugada de ayer, cuando se dirigía a su centro de trabajo. Aunque se presume que el acto sería un ajuste de cuenta, esto no da razón para terminar con la vida de alguien.
San Martín de Porres:
Otro caso de asesinato es el que se vivió en el asentamiento humano San Francisco de Oquendo, en San Martín de Porres. Un joven de tan solo 26 años, identificado con las iniciales G.A.B.O., fue asesinado de un balazo por un sicario.
La victima habría presenciado un homicidio solo algunos días atrás. Por lo que se presume que habrían buscado asesinarlo para que no delate a los responsables.
Callao:
Se encontraron los cuerpos de una mujer y un hombre dentro de la habitación de una vivienda ubicada en la cuadra 4 del jirón Salon. Ambas victimas presentaban heridas de bala. La policía presume que la mujer habría sido víctima de feminicidio.
En cuanto al hombre, identificado como Keyvin Eduardo Requena Tasayco (24), se habría suicidado luego de propiciar los disparos a su acompañante.
Ventanilla:
La violencia y el sicariato no cesa, esta vez, un mototaxista identificado como Julio Montes Palomino, fue asesinado de un balazo en la cabeza en un descampado donde acudió para reunirse con un grupo de amigos en el distrito.
La víctima, llegó acompañado de un conocido a la zona del asentamiento humano Cruz de Motupe, sin imaginar que en el lugar lo estaban esperando para matarlo de un balazo.
Como estos casos presentados en esta nota, existen más de diez en estos primeros 7 días del octubre.
El accionar de la Policía Nacional es lento y, para muchos ciudadanos que se encuentran en los distritos más populares de Lima, es casi invisible.
Salir a las calles en plena cuarentena se ha vuelto, incluso, más inseguro que cuando el Perú hacía oídos sordos al brote de la infección COVID-19.