El Acta Fundacional del Congreso un histórico documento testigo del nacimiento de nuestra democracia

Lima.- A las diez de la mañana, un movimiento inusitado de personajes alteró, una vez más, los exteriores de la Plaza Mayor de Lima. Decenas de personajes ingresaron al Palacio del Gobierno. Toques de campana anunciaban a la población de Lima que, en ese momento, se instalaba el primer Congreso Constituyente del Perú.
Los personajes no eran otros que los primeros diputados, “propietarios de los Departamentos libres, y provisionales de los que están ocupados por la dominación española, nombrados unos y otros conforme a los decretos del Gobierno Protectoral”, según se lee en el acta de esa primera sesión o Acta Fundacional.
Los diputados, representantes de los departamentos de Lima, Arequipa, la Costa, Huamanga, Huaylas, Cusco, Puno, Huancavelica, Tarma, fueron electos el 27 de diciembre de 1821 en elecciones convocadas por el Libertador José de San Martín en los departamentos que estaban liberados del ejército virreinal español, mediante el Decreto N.º 146.
El dispositivo legal estableció que debían elegirse representantes suplentes en las regiones donde aún existía presencia española. Se eligieron 79 propietarios y 38 suplentes. También se dispuso que se instale el 1 de mayo de 1822, aunque se postergó hasta en tres oportunidades porque la comisión encargada de elaborar el reglamento de elecciones no culminó su labor.
Del palacio de Gobierno, a una hora señalada, los diputados se dirigieron hacia la catedral para “implorar la asistencia divina, mediante la misa del Espíritu Santo, que celebró el Gobernador Eclesiástico del Arzobispado” de Lima, Francisco Javier de Echagüe. En seguida, el ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Valdivieso, pronunció la fórmula de juramento:
«¿Juráis conservar la santa religión católica, apostólica, romana, como propia del Estado; mantener en su integridad el Perú; no omitir medio para libertarlo de sus opresores; desempeñar, fiel y legalmente, los poderes que os han confiado los pueblos; y llenar los altos fines para que habéis sido convocados?».
Los diputados respondieron: «Sí, juramos».
Después de ello pasaron de dos en dos a tocar el libro de los Santos Evangelios. Para finalizar el acto, San Martín añadió: «Si cumpliereis lo que habéis jurado, Dios os premie; y, si no, Él y la Patria os lo demanden».
El Arzobispo de Lima entonó el Te Deum y en la Plaza Mayor se oyó una salva de 22 cañonazos. Participaron en el acto, nuevamente en el salón del Congreso, comandantes de los buques de guerra europeos anclados en el puerto, jefes de del Ejército, Marina, la Alta Cámara de Justicia, y demás autoridades civiles y eclesiásticas y corporaciones del Estado.
El generalísimo Don José de San Martín “ocupó la silla que estaba bajo del dosel, con una mesa al frente, a cuyos lados se sentaron los Ministros de Estado, y los Diputados en sus respectivas sillas, colocándose la demás comitiva en los asientos fuera de la barra, así como un concurso numeroso en las galerías”.
Finalizados los discursos y despojado el generalísimo de la banda bicolor, “investidura del jefe Supremo del Estado, dijo: “¡Peruanos! Desde este momento queda instalado el Congreso Soberano, y el pueblo reasume el poder superior en todas sus partes”. Acto continuo, y dejando al Congreso seis pliegos cerrados, se retiró acompañándole hasta la puerta del salón seis señores Diputados”.
Se procedió enseguida a la elegir al “presidente y secretario momentáneos”. El primero fue Don Toribio Rodríguez de Mendoza, y el segundo Don José Sánchez Carrión, “quienes ocuparon sus asientos para el acto de elección en propiedad de presidente, vicepresidente, y dos secretarios”.
El procedimiento fue el que sigue: en una cedula, cada uno de los señores Diputados, escribió “el nombre de la persona por quien sufragaba, la que se echaba en una urna puesta sobre la mesa”.
“Del escrutinio resultó electo para presidente por cuarenta y ocho votos el Señor Doctor
Don Javier de Luna Pizarro, para vicepresidente por treinta y uno el Sr. Conde de Vista Florida (Don Manuel Salazar y Baquíjano), y para secretarios los señores Doctor Don José Sánchez Carrión, por cincuenta y tres; y Don Francisco Javier Mariátegui por treinta y uno”.
Al asumir la presidencia del primer Congreso Constituyente Javier de Luna Pizarro anunció:
“Que ya el Congreso Constituyente del Perú, estaba solemnemente constituido e instalado: que la soberanía residía esencialmente en la Nación, y su ejercicio en el Congreso que legítimamente la representa”.
Varios Diputados solicitaron que se publique “por un decreto expreso lo mismo que acababa de anunciar el señor Presidente; y así se acordó”.
Sin duda, un documento histórico que nos permite revivir y valorar cada momento importante de esta fecha que marcó el inicio y nacimiento de nuestra vida democrática.